En principio, el vocablo evoca lo sobrenatural, el asombro, la ilusión e incluso la simulación.
Verdad o leyenda, lo cierto es que estos espacios han cobrado recientemente una vida inusitada para el turista del siglo XXI.
México cuenta con pueblos fantasma que con sólo recorrerlos te transportan a otra época entre experiencias poco cotidianas.
Precisamente su carácter de fantasmal es lo que ha vuelto sumamente atractivos a estos sitios como destinos turísticos: porque recorrer sus calles ,es realizar un viaje al pasado y detenerse en el tiempo.
¿Pero, qué son los pueblos fantasma?
Se les llama pueblos fantasma a las localidades donde los habitantes originales los dejaron a su suerte por diferentes causas como desastres naturales, cierre de minas o construcción de presas o porque el pueblo envejeció y los jóvenes emigraron.
Un dato interesante es que los pueblos que no son considerados fantasma o en vías de serlo, completan al menos 20 mil habitantes. En siglos pasados la cifra que hoy le proporciono hubiera parecido alarmante para considerarse “fantasma” pero con los millones de habitantes qué hay en México actualmente, veinte mil parecen pocos habitantes.
Con tantas cosas que ver y hacer en nuestro país dentro del turismo, ¿Por qué en el turismo en México buscamos a los pueblos fantasma?
El pueblo fantasma parece ofrecer a cada quien lo que busca: rituales sincréticos para el antropólogo, una buena historia para el cineasta, un viaje iniciativo para el chamán o un buen motivo de inspiración para el artista.
Y esto es precisamente lo que convierte a estos lugares en reductos ideales para el viajero contemporáneo del siglo XXI. En algunos casos, los pueblos fantasmas se han convertido en una ilusión; para el espíritu del viajero, que ha decidido dejar la comodidad de un país europeo, oriental o asiático, por el encanto de un entorno rural y lleno de mística muy propia de los pueblos mexicanos.
Caracterizados por una arquitectura en ruinas en la casi totalidad de su estructura urbana, los pueblos fantasma sobreviven hoy gracias a la atmósfera mágica que esos mismos espacios abandonados generan.
En el país son conocidos algunos de estos sitios en el sur de Chihuahua y Durango, cerca de Sombrerete en Zacatecas y en la Península de Baja California, como es el caso del poblado de Todo Santos. Sin embargo, pocos con la magia y el placer que proporciona Real de Catorce, ubicado en el Altiplano Potosino, muy cerca de Matehuala y Mineral de Pozos, ubicado en Guanajuato, cercano a San Miguel de Allende. Ambos están ubicados en una región cultural y geográfica conocida como el Gran Tunal.
Un dato interesante para los amantes de la literatura Rulfiana es que de hecho fue en Real de Catorce donde se rodó una de las versiones de Pedro Páramo; de Juan Rulfo.