Así eran las beguinas: primeras feministas de la Edad Media

Así eran las beguinas

En el occidente medieval se vivieron una serie de transformaciones de carácter sociocultural, económico y espiritual entre los siglos XI al XIV. En el ámbito espiritual, los laicos fueron los protagonistas de una auténtica rebelión contra el poder establecido, y por lo tanto, contra la iglesia. De este modo, vivieron alejados de los ideales evangélicos y fueron excluidos por su condición laica, de la vida religiosa.

Esto provocó una ruptura con el orden establecido por la iglesia, pero para las mujeres esa ruptura fue doble: por su condición de laicas y por el simple hecho de ser mujeres. Eran consideradas fisiológica y espiritualmente débiles, defectivas en cuerpo y fortaleza moral e incapaces de elevarse a la consideración de la realidad espiritual.

A pesar de todo ello, las mujeres crearon una corriente de espiritualidad de ellas y para ellas, con una total autonomía respecto a los hombres. Esta corriente influyó tanto en la mística de su tiempo como en siglos posteriores. Eran conocidas como las beguinas, y fueron consideradas el primer grupo feminista de la historia.

Su historia se remonta al siglo XII en la zona de Flandes y Países Bajos, en el contexto de las cruzadas, aunque tiempo más tarde se expandieron hacia el norte y el sur de Europa. Eran mujeres que vivían al margen de las órdenes de los hombres, que entonces eran los que mandaban en el ámbito político y religioso.

Con una vida espiritual, pero sin considerarlas monjas, eran fieles a sí mismas y estaban alejadas de cualquier represión. Laicas, independientes y autosuficientes, sin reglas establecidas. Un intento de emancipación femenina que fue perseguido por las jerarquías eclesiásticas, los nobles y la Inquisición.

Dedicaron su vida a rezar y trabajar por y para los demás, cuidando de los más desfavorecidos y necesitados. Se mantenían gracias a los trabajos textiles, ya que no recibían ningún apoyo económico de la sociedad. Además, la mayoría de ellas practicaban algún arte como la música, la literatura o la pintura, de modo que podían ser mujeres formadas o pertenecientes a clases medias o altas.

Tal y como cuentan los expertos y los textos, cada comunidad contaba con una organización propia y con una ‘Grande Dame’, una supervisora que elegían entre todas las mujeres de la comunidad de manera democrática.

Entre las beguinas más ilustres consideradas por los expertos vale la pena recordar a María de Oignies, a Lutgarda de Tongeren y a Juliana de Lieja. También a las precursoras de la poesía mística del siglo XVI y las primeras en utilizar lenguas vulgares en sus versos en vez del latín: Beatriz de Nazaret (autora de Los siete grados del Amor), Matilde de Madgeburgo y Margarita Porete (autora de El espejo de las almas simples).

Pero si hay que hablar de la beguina mística más conocida, hay que mencionar a Hadewijch de Amberes, autora de varias obras en poesía y prosa.

Finalmente, Marcella Patty, fallecida el 14 de abril de 2013 a sus 92 años, cerró este capítulo de la existencia de las beguinas, ya que fue la última representante de una de las experiencias de la vida femenina libre de esos tiempos.

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